domingo, 6 de abril de 2014

Mujer blanca, mujer menguante...

Las últimas locuras de la tarde fueron recorrer de manera imprecisa, rastro a rastro, todos aquellos lugares que tus pasos encontraron. La última locura del día fue buscar sentir tu aroma con el viento mientras dibujaba tu nombre con mi hálito silencio. La última locura de la hora fue pensarte en el bosquejo de las olas, y en gritos aturtidos, recordarte en lo ajeno, propio y nuestro... La última locura de mi vida es ver tus hermosos ojos, color cielo, enfrentarse a los míos sin resuello; y en el transmutar de las palabras, dedicarnos cada brisa en cada ola, cada ola en cada vida y cada vida en cada alma, porque el alma que transmigra es eterna como el alba...

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