Vamos a alta mar, dijo ella; disfrutemos de la libertad.
Hay un mundo por recorrer de los brazos de un guión final,
¡Vamos! ¡Ven conmigo! Hoy quiero ser feliz, feliz como la
mar.
Tengo miedo, dijo él, pero mi libertad fue esclavizada por
tu aroma,
¡Yo voy! ¡Ah! ¡Recuerda! Hoy quiero ser feliz, tan feliz
como la brisa al respirar.
Ella pegó un susto, atinó a darle un beso y en un abrazo le
dijo, amor…
“Eres tan dulce como las notas de un poema, tan frágil como
Dios, mi amor,
Si conocerte fue bendito, amarte es liberar al vasto amor de
la mar.”
Él miró al cielo y contestó: dos cosas son inevitables en lo
extenso de este mundo;
Uno es haberte conocido y dos, conocerte para amar.
Quiero ser feliz, tan feliz como las olas de la mar,
Feliz como las aves al volar, feliz, feliz sin meditar.
Ella suspiró y le dio dos bofetadas y diciendo: ¡Tú pues!,
Lo abrazó sin hablar, lo abrazó y… el resto fue libertad.
(Se dedicaron a ser libres, se dedicaron amar)
Hoy me siento libre, dijo él, libre porque te amo y porque
me amas con afán;
Libre porque te elegí, y me elegiste sin parar;
Libre porque eres mía y soy tuyo desde ya;
(Una carta, un ataúd, un vestido… y tu voz al final)
Libre porque aprendí a respirar amor, y, a dar.
Hoy quiero ser feliz, hoy… hoy quiero tu amor y nuestra
libertad,
Esa libertad que tienes para amar, para amar a este uno,
A este uno que te ama ya
casi sin pensar.